jueves, 18 de diciembre de 2008

Los ríos profundos de José María Arguedas

Título: Los ríos profundos
Autor: José María Arguedas
País: Perú
Año de publicación: 1958
Idioma original: EspañolTítulo
original: Los ríos profundosPáginas: 318

Comentario: Entre la literatura de la costa y la de la sierra, contemporáneo al boom latinoamericano pero sin formar parte de éste, considerado por algunos máximo exponente de la novela indigenista del siglo XX, José María Arguedas se destaca como un escritor tan valioso como atípico. Fue autor de diversas novelas, así como científico social (antropólogo), traductor de quechua y estudioso de la cultura y el folklore peruanos. Influyó y fue homenajeado en varios textos por otro exponente de la literatura peruana que es Mario Vargas Llosa.

En Los ríos profundos, Arguedas utiliza la literatura como medio de denuncia, para exponer en toda su crudeza las atrocidades que viven los desprotegidos campesinos peruanos, la clase más baja y desprestigiada, a la que se discrimina tanto por su origen como por su lengua. Si bien esta novela está escrita en español, Arguedas incorpora diversos vocablos del quechua, que le dan autenticidad a los diálogos. Al final del libro hay un glosario con los términos utilizados.

A través de una narración lineal y directa, Arguedas da cuenta de la explotación, la miseria, la brecha insalvable entre dos mundos.
El protagonista de la novela es Ernesto, un muchacho del cual ignoramos gran parte de su pasado (incluso su apellido). Huérfano de madre, ha sido abandonado por su padre en un colegio de curas. Los ríos profundos es por lo tanto una experiencia de aprendizaje, de autodescubrimiento y de duelo. Ernesto está entre dos mundos: no sabemos si es o no indio, aunque sí que ha vivido con ellos. Sus compañeros lo estigmatizan, pero a la vez el colegio intenta inscribirlo en una cultura católica e hipana. Y la lección que Ernesto terminará aprendiendo, a los golpes, será la de la soledad y el destierro.

Arguedas describe la realidad peruana de su tiempo con ojo crítico, en una historia sencilla, despojada y, sobre todo, muy triste. Así vivió también su autor, al punto de quitarse la vida en 1969.

Mariana para Blog de Libros

PEDIDO. Vallejo y su amada

El poeta descansaría junto a Georgette

UNA INICIATIVA ENCABEZADA POR EL ARTISTA FERNANDO DE SZYSZLO Y EL INVESTIGADOR MIGUEL PACHAS BUSCA ENTERRAR LOS RESTOS DE GEORGETTE JUNTO A LOS DE CÉSAR VALLEJO EN PARÍS"

En los próximos días la Embajada de Francia tendrá en sus manos, más que un pedido, un clamor: una carta en la que se pide al país galo que permita enterrar los restos de Georgette Philippart, la esposa de César Vallejo, junto a los del poeta en el cementerio parisino de Montparnasse.

Esta iniciativa, que partió del pintor Fernando de Szyszlo y del investigador Miguel Pachas, estará acompañada por una solicitud sobre la posibilidad de repatriar los restos del vate peruano.
"Este es el primer paso que estamos haciendo en estos días", afirma Pachas, quien ha publicado el libro "Georgette Vallejo, al fin de la batalla". Recordó que en enero pasado se cumplió el primer centenario del nacimiento de la esposa del autor de "Trilce".

Vallejo, quien murió en París en 1938 y fue enterrado en el cementerio de Montrouge, fue luego trasladado por iniciativa de su viuda a Montparnasse, donde su tumba, muy cercana al sepulcro de Baudelaire, es una de las más visitadas.

"Mientras más personas intervengan en esta petición sería mucho mejor", dijo Pachas y agregó que lograr reunir sus restos con los del poeta sería una forma de reivindicar la memoria de Georgette.

LA LABOR DE EDITORA

Pachas recordó que Georgette rescató los originales de las obras de su marido, abandonados en la Embajada del Perú en París, durante los bombardeos de los alemanes en la Segunda Guerra Mundial.

"El mejor reconocimiento que le podría hacer el Estado Peruano a esta gran mujer sería buscar fórmulas para llevarla a Montparnasse en París", señaló.

Georgette Philippart, quien murió en 1984, fue sepultada en el cementerio de La Planicie de Lima, aunque sus admiradores peruanos consideran que debería descansar junto al hombre que amó desde los 17 años y cuya obra preservó y difundió a lo largo de su vida.

Ella, que quedó viuda a los 30, llegó al Perú en 1951 para defender la integridad de la obra de su esposo a toda costa. Esta posición asumida le granjeó la enemistad de muchos estudiosos y especialistas.

"No solo cumplió una labor de editora, sino también de una persona que defendió la pureza de la obra", confirmó Pachas.

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PRESENTACIÓN. "El viaje del elefante"
La travesía de Salomón por Europa


EL PORTUGUÉS JOSÉ SARAMAGO, PREMIO NOBEL DE LITERATURA, IRONIZA EN UNA GRAN FÁBULA SOBRE LAS CONTRADICCIONES DEL SER HUMANO Y SU RELACIÓN CON LOS MÁS INDEFENSOS"


Por Yolanda Vaccaro. Corresponsal

MADRID. La condición humana es el eje sobre el cual gira "El viaje del elefante", la reciente novela de José Saramago, premio Nobel de Literatura 1998, presentada ayer en la Casa de América de la capital española.

La novela, definida por el escritor portugués como "un cuento extenso", narra el viaje de Salomón, un elefante indio, a través de media Europa. En los silencios del elefante se puede comprobar que el ser humano no ha cambiado desde los tiempos en los que el viaje, que fue real, tuvo lugar. Salomón debe soportar una serie de inclemencias meteorológicas pero, sobre todo, los caprichos y las contradicciones del ser humano.

Saramago aclaró que no se trata de una novela histórica, a pesar de partir de una historia real del siglo XVI: el regalo de un elefante asiático por parte del rey portugués Juan III a su primo, el archiduque Maximiliano de Austria. "Los datos históricos son escasísimos", dijo. Y agregó: "Por eso el libro está lleno de imaginación, de invención constante, para poder mantener la atención del lector sobre un viaje que seguramente fue monótono".

Eso sí, hay episodios que ocurrieron en realidad, como el caso de una niña de 5 años que se desprendió de los brazos de su madre y corrió hacia el elefante. "Cundió el pánico, todos creían que moriría aplastada, pero el elefante la agarró con la trompa y la levantó en el aire con gesto triunfal... si no hubiera ocurrido, no habría escrito jamás esto, ya que habría parecido irreal", indicó.

El autor resaltó que toda la novela se justifica únicamente por el final, cuando el elefante muere y sus patas delanteras son cortadas y utilizadas para confeccionar un recipiente para colocar paraguas y bastones. Ante semejante revelación ante la prensa, Amaya Elezcano, editora de Alfaguara, acotó que Saramago es el único autor al que se le permite develar el final de sus obras.

EL SUSTO DE LA ENFERMEDAD

La novela fue escrita en dos tiempos debido a una grave enfermedad respiratoria que obligó al escritor a ingresar a un hospital. "Estoy seguro de que la enfermedad influyó en la escritura de la obra, pero no se nota" afirmó. El premio Nobel comentó que para su esposa y traductora, Pilar del Río, la novela puede haber marcado una especie de punto de inflexión, ya que --dijo-- sobrevivió a la citada enfermedad, aun cuando muchos creyeron que era el final.

José Saramago nació en 1922, en Azinhaga, Portugal. En 1998 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura. A los 86 años se muestra lúcido y tal vez precisamente por ello deja entrever que esta puede ser su última obra. Dios quiera que no.

El Comercio

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El hombre ilustrado de Ray Bradbury

Título: El hombre ilustrado
Autor: Ray Bradbury
País: Estados Unidos
Año de publicación: 1951
Idioma original: Inglés
Título original: The Illustrated Man
Páginas: 269
ISBN: 950-547-088-6
Web:Reseña con breve resumen de cada una de las historias.

Ray Bradbury, famoso autor norteamericano de ciencia ficción, se caracteriza por sus argumentos poéticos y reflexivos, que casi siempre contienen una crítica a la sociedad de su tiempo. De hecho, el propio Bradbury sostiene que él no escribe ciencia ficción sino fantasía, con la excepción de su novela Fahrenheit 451. A lo largo de su carrera, ha recibido numerosos premios y reconocimientos. El hombre ilustrado es uno de sus libros más famosos, y posiblemente donde más despliega su personalidad de escritor.El protagonista es el hombre ilustrado que le da el título al libro, o mejor dicho, sus ilustraciones: una serie de imágenes que lo cubre de pies a cabeza, y que no son tatuajes porque poseen la cualidad de moverse por las noches, contando una historia distinta cada una. Por ello, este libro no es una novela, sino que se trata de una serie de relatos enmarcados. Un narrador testigo observa la piel del hombre ilustrado, ve animarse a las ilustraciones y cuenta las historias que allí se le revelan: historias de un futuro por venir, la causa de que muchos huyan del hombre ilustrado, ya que le temen a lo desconocido y al tiempo por llegar que guarda, entre otras cosas, nuestra propia muerte.Algunos relatos recrean la vida en la Tierra en un futuro que Bradbury imagina cercano: las maravillas de la tecnología, los viajes espaciales, conviven con los viejos conflictos de la segregación racial, la soledad del individuo y la incomunicación en la familia, ya sea entre los integrantes de la pareja, ya sea entre padres e hijos. Por ello, muchos de los cuentos de este libro pueden leerse tanto de manera literal como metafórica.

Opinión personal: Probablemente uno de los mejores libros de Ray Bradbury. A lo largo de todos estos relatos, el autor combina con maestría sus dotes para la palabra con originales argumentos de ciencia ficción, que a su vez no dejan de ser poéticos.

Mariana para Blog de Libros

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Un lugar llamado Oreja de Perro

Crítica literaria de Javier Fernández de Castro

Iván Thays

Anagrama
Es una novela triste y que transcurre en un lugar oficialmente llamado Oreja de Perro, un diminuto y perdido caserío que, siempre oficialmente, pertenece al distrito de Chungui, en el departamento de Ayacucho, Perú. Sin embargo, y digan lo que digan los registros catastrales oficiales, el lector sabe reconocer de inmediato que ha sido conducido mediante engaños (o al menos utilizando como señuelo esa denominación de origen tan sugerente y singular) a uno de los confines más extremos del mundo. El cual, encima, ha sido erigido tan arriba en las montañas que sus visitantes padecen invariablemente el temido soroche, con sus inevitables y asquerosas secuelas.

Sería de plena justicia que los locales, ante las quejas de los recién llegados por las molestias físicas, la falta de comodidades e incluso de una mínima oferta de ocio, preguntasen a su vez: y quién se le ocurre venir a un lugar como Oreja de Perro.

Pero no hay queja porque, dentro de su homogeneidad (me refiero a que se trata de un estado del alma asumido, cotidiano y que afecta a todos por igual, sin altibajos) en la tristeza de Oreja de Perro no hay lamento. Porque éste, el lamento, es propio de quien ha perdido algo y nota su falta, o de quien vislumbraba una promesa de futuro y ha visto cerrarse esa puerta. Como si dijéramos, la queja es propia de quien sufre una irrupción de la realidad que marca un antes y un después, casi siempre para peor. Y de ahí la protesta, el lamento.

Pero qué novedad les cabe, y por lo tanto de qué van a quejarse los habitantes de un puñado de casas perdidas en uno de los confines del mundo y que desde hace veinte años, o sea desde toda la vida, han sido víctimas de la violencia imbécil, indiscriminada, alternada y bestial por parte de las guerrillas, el ejército y los paramilitares con sus respectivos regueros de muertes, torturas, violaciones y desapariciones cuyo fin parecen ser las (también respectivas) fosas comunes en las que los cadáveres son despedazados a bombazos para evitar una identificación posterior.

La cual es una práctica tan cruel como inútil porque el ser humano, qué menos, si no justicia, si no le son dados sus derechos fundamentales, aspira al menos a enterrar a sus muertos. Y contra esa voluntad ancestral no bastan las fosas comunes ni la identidad borrada a bombazos. La memoria, lenta, callada y tenaz -lo supieron en su día los militares argentinos y chilenos, acabarán por saberlo las autoridades religiosas españolas que tanto se oponen a dar sepultura a los muertos de hace más de setenta años-, continuará exigiendo concederles la paz a sus caídos.

Contra ese fondo, en semejante escenario, un capitalino que viene con su propia memoria a cuestas, trata sin demasiado éxito de implicarse en los trabajos que la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, aquella iniciativa puesta en marcha por el presidente Toledo y que se llevó a cabo con resultados dispares. El tiempo narrativo trascurre mientras los miembros de la Comisión tratan de cerrar definitivamente veinte años, toda una vida, de crueldad y de olvido. Y al tiempo de tratar de poner en orden a su propia memoria, al capitalino trasplantado a ese confín del mundo le van saliendo al paso nuevos sucesos que se suman a los pasados, propios y ajenos, para configurarle un futuro tan incierto como no deseado. Un matrimonio con quien no debía, los agravios de antes y después de la separación, la tragedia irreparable de un niño muerto mientras todos dormían o las inoportunas llamadas de la vida para que se reincorpore ya a su devenir son como una barrera que una conciencia doliente opone a los horrores que irán saliendo junto con los cuerpos (esos perros famélicos desenterrando cadáveres para saciar su hambre) y las muestras de indiferencia, cansancio o cinismo que aquellos sucesos suscitan hoy. La vuelta a casa, la recuperación del horror cotidiano o las nuevas vejaciones, propias de toda ruptura matrimonial, no significan de hecho un cambio notorio en esa tristeza infinita que recorre esta novela desde su primera a la última página.

Nota extemporánea: la novela, fuera ya del ámbito estrictamente literario, le ha cabido un inesperado final feliz, puesto que mereció el honor de ser señalada como novela finalista del Premio Herralde. Y ya se sabe que, en ese premio, cuando el jurado da a conocer una circunstancia así está diciendo que al final de las votaciones se produjo un empate y que cualquiera de las dos, la finalmente ganadora y la finalista podrían haberse llevado el premio. Y que le cayó en suerte a la otra. Pero después de una convivencia tan intensa como la que tiene lugar en Oreja de Perro, un reconocimiento así suena a victoria. Por fin.
Ficheros asociados:
· Principio del libro en PDF
[Publicado el 27/11/2008 a las 11:11]