viernes, 22 de mayo de 2009

Juan Manuel Roca obtiene el Casa de América de Poesía


Crítico de arte y periodista, además de poeta, se ha impuesto con su poemario 'Biblia de pobres'

EUROPA PRESS 

 

 

El poeta, crítico de arte y periodista colombiano, Juan Manuel Roca, ha ganado la IX edición del Premio Casa de América de Poesía Americana con su poemario Biblia de pobres, que presenta un "gran dominio formal, sólida estructura y variedad de registros", según indicó el jurado del galardón. Roca, que ha obtenido numerosos galardones por su trayectoria profesional, cuenta con el Premio Nacional de Poesía Ministerio de Cultura 2004, el Premio José Lezama Lima otorgado por la Casa de las Américas y el Premio Poetas del Mundo Latino Víctor Sandoval en 2007.

 


Colombia

 

Colombia

 

A FONDO

Capital:

Santa Fe de Bogotá.

Gobierno:

República.

Población:

45,013,672 (est. 2008)

 

















El jurado del Premio estuvo presidido por la nicaragüense Gioconda Belli, e integrado por los españoles Julia Escobar, Luis García Montero, Andrés Pérez Perruca, Benjamín Prado y Ana María Rodríguez-Arias. Roca nació en Medellín en 1946. Trabajo durante diez años, primero como coordinador y luego como director, del Magazín Dominical de El Espectador. En 1997 recibió el doctorado Honoris Causa en Literatura por la Universidad del Valle.

Ha obtenido el II Premio Nacional de Poesía Eduardo Cote Lamus en 1975, el Premio Nacional de Poesía Universidad de Antioquia en 1979, el Premio Mejor comentarista de libros Cámara del Libro en 1992, el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en 1993, el Premio Nacional de Cuento Universidad de Antioquia en 2000, El Premio Nacional de Poesía Ministerio de Cultura en 2004, el Premio José Lezama Lima otorgado por la Casa de las Américas, Cuba 2007 y el Premio Poetas del Mundo Latino Víctor Sandoval, México 2007.

 

Su bibliografía

Obra poética: Memoria del agua(1973); Luna de ciegos (1975); Los ladrones nocturnos (1977); Señal de cuervos (1979); Fabulario real (1980);Ciudadano de la noche (1989, 2001, 2003); Pavana con el diablo (1990);Prosa reunida (1993); La farmacia del ángel (1995); Tertulia de ausentes(1998); Teatro de sombras con César Vallejo (2002); Un violín para Chagall(2003 y 2004); Las hipótesis de Nadie(2005 y 2006); El ángel sitiado y otros poemas (2006); y Testamentos (2008).

 

El poeta colombiano Juan Manuel Roca

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El poeta colombiano Juan Manuel Roca- CASA DE AMÉRICA

 

Lea en la 'web' de la Casa de América poemas de Juan Manuel Roca


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http://www.elpais.com/articulo/cultura/Juan/Manuel/Roca/obtiene/Casa/America/Poesia/elpepucul/20090521elpepucul_12/Tes

 

 

 

Antioración

 

(Un reclamo por los poetas)

Ni aunque me dotaras con la lengua
Y el tacto del Rey Salomón,
Ni aunque me dictaras un bello Cantar 
Que abreve en labios de alguna moabita,
Ni recibiendo en dádiva a la hija del Faraón,
Ni por un caballo negro 
Que chapotee en la lluvia
Y piafe bajo un cielo de olivos,
Ni por la dignidad del viento
O de un gran señor en las viñas de Baal,
Ni a cambio de un próspero comercio 
De toneles de vino y bosques de olor,
Lograré entender, Señor, 
Que en la lengua de John Donne,
En la misma de tu hijo William Blake, 
Se sigan ordenando las matanzas.

(Poema inédito)

 

 

http://www.revistaenie.clarin.com/notas/2009/05/21/_-01923303.htm

 

sábado, 16 de mayo de 2009

Cuentos con curvas

Por: Ricardo González Vigil



 NOTABLE. Alfredo Bryce ha vuelto a la narración breve con una colección de cuentos que no tiene pierde.











Cabría sostener que algunos textos de “La esposa del Rey de las Curvas”, el quinto volumen de cuentos del gran escritor Alfredo Bryce Echenique, no están plenamente logrados porque no clausuran de manera impecable, sin nada que sobre o que falte, una trama, ganando por KO (y no por puntos, conforme hace la novela, género con momentos exultantes y pasajes muertos) la admiración del lector, según la consabida definición del cuento hecha por Julio Cortázar. El golpe final resulta laxo en “La funcionaria lingüista”, “Las manías del primo Rodolfo”, “Peruvian Apollo”, “El limpia y La Locomotora” y hasta en esa joya mayor que es “La chica Pazos” las cinco últimas páginas carecen del vuelo maravilloso (alarde verbal y envolvente intensificación de los detalles y de los puntos de vista de Suspiros, la chica Pazos y los muchachos que los conocen) que alcanza su prosa encantatoria durante veintitrés páginas absolutamente magistrales (las pp. 75-97).

Pero valorar así implica someterse a una concepción del cuento que remite a la teoría y la práctica de Poe y de cuentistas noqueadores que ha elogiado Bryce: Cortázar, Hemingway, Rulfo y, por cierto, Ribeyro. Se impone aclarar que se trata de una concepción contraria al impulso creador que caracteriza a Bryce, amigo de las digresiones y las reiteraciones maniáticas. No le nace narrar en línea recta (la distancia menor entre el principio y el final, sin palabras de más o menos); traza un camino lleno de curvas y desvíos que lo atraen embriagado. En el caso de la novela, Bryce ha defendido su estética, amparándose en reyes de las curvas o digresiones literarias: Sterne (adopta ese apellido para su álter ego en “No me esperen en abril”) y Proust. En un género aparentemente inadecuado, el cuento (debe ser breve, puro nervio) Bryce ha insertado desde “La felicidad ja ja” (1974) su estética digresiva y reiterativa, y la acentuado en este nuevo libro: “nuevamente creo que me estoy yendo por las ramas” (p. 14) y “el arte de contar historias no tiene principio ni final” (p. 143).

El mérito excepcional de todo el libro, sobre todo de esas obras maestras bryceanas tituladas “La chica Pazos”, “¡Y se me larga usted en el acto!”, “En la detestable ciudad de Bolon-i-a” (juega con la fobia que hace defecar al protagonista y el “bolo” fecal en aumentativo) y “La esposa del Rey de las Curvas”, radica en que Bryce postula como modelo al cuentacuentos que “te deleita con su interminable y feliz relato oral” (p. 131). Siguiendo ese modelo, Ricardo Palma forjó la tradición, ajeno a las pautas de Poe, para molestia del paladar rígido de Manuel González Prada y Luis Loayza. Respetemos esa opción.

 

ARGUMENTO

Como el señor autor que es, con temas y personajes obsesivos, con un estilo personalísimo, Bryce interpreta variantes de su universo creador: la nostalgia por la adolescencia y la Lima de esos años, las ilusiones amorosas con sus consiguientes descalabros, los prejuicios sociales y raciales criticados irónicamente, pero con la calidez indulgente de quien es fiel al nexo de la amistad, el arribismo social ridiculizado, el error tonto pero fatal, las manías exageradas y el desengaño ante el discurso revolucionario (otra vez aplicado a Cuba).

 

 

 

TÍTULOLa esposa del Rey de las Curvas.

AUTOR: Alfredo Bryce Echenique

EDITORIAL: PEISA.

 

© Empresa Editora El Comercio. Jr. Miró Quesada #300 Lima 1 – Perú

ALFREDO BRYCE ECHENIQUE. “La esposa del Rey de las Curvas”

La vuelta del rebelde metafísico

Por: Raúl Cachay

EL CAMINO DEL REGRESO. Alfredo Bryce Echenique ha decidido radicar en forma definitiva en Lima.




Que un autor tan querido y admirado por los lectores de toda Hispanoamérica como Alfredo Bryce Echenique publique un nuevo libro de ficción siempre será una buena noticia.Pero, en este caso, el júbilo se multiplica por una serie de razones que nadie debería pasar por alto: en primer lugar, se trata de una nueva colección de cuentos, género en el que Bryce ha dado ya incontables muestras de genuina grandeza literaria, que además llega a las librerías casi 40 años después de la publicación del recordado “Huerto cerrado”, el primer libro del responsable de tantos clásicos de nuestras letras, desde “Un mundo para Julius” hasta “No me esperen en abril”.

Luego, es la mejor manera de reivindicar a una pluma notable, luego de las engorrosas (y tristes, para cualquier amante de la literatura) acusaciones de plagio que se multiplicaran un par de años atrás y que todavía —hay que decirlo— no han sido esclarecidas del todo.

Pero, consideraciones aparte, este excelente “La esposa del Rey de las Curvas”, publicado por la editorial nacional Peisa, nos entrega a un Bryce genuino, que juguetea con el lenguaje con la misma audacia de sus grandes novelas y cuentos, que nos presenta a una colección de personajes memorables y que, a fin de cuentas, ha preparado el terreno para futuras entregas, la más inmediata a una novela de corte autobiográfico que tiene al escritor explorando nuevamente los agridulces laberintos de su propia memoria.

“Estaba nostálgico del género del cuento. Yo empecé con un libro de cuentos, seguí con una novela, y pensé que siempre publicaría de esa manera, alternando la ficción larga con la corta. Pero la proporción se invirtió: los cuentos pasaron a ser menos y las novelas más. Haciendo el balance de mi vida de escritor a esta edad, pensé que faltaba un quinto libro de cuentos. El proceso de este libro ha estado lleno de simbologías: escribí cinco relatos en Barcelona, donde estaba terminando de vivir, y cinco en Lima, donde estoy empezando a vivir. Pero al final quedé muy contento con el libro. Ya ha empezado a generar reacciones entre la crítica aquí, que han sido bastante positivas, y pronto lo publicaré en España con Anagrama”, asegura el escritor desde la novísima (y magnífica) biblioteca de su casa en Miraflores.

“Vivimos en un mundo en el que todos escriben novelas. Pero el cuento es un género todavía más exigente, porque demanda una perfección y tiene una serie de reglas que yo no suelo cumplir, como la brevedad, la concisión, el efecto sorpresa González Vigil ha escrito algo sobre eso, precisamente, en su reseña de El Comercio: trato los cuentos como si no fueran cuentos. Ricardo Palma, para desesperación de González Prada y Luis Loayza —entre los críticos modernos, tampoco respetaba esas reglas. Es que son costumbres, no leyes”.

HABLA, MEMORIA
Bryce por ahora anda desandando los pasos de su propia adolescencia y juventud, mientras realiza las indagaciones pertinentes para lo que será una nueva novela, quizás la más ambiciosa de su producción última. Por ello, viene recorriendo nuevamente los escenarios de su pasado, las casas en las que vivió alguna vez, los antiguos barrios, lo que queda de aquellos paisajes que marcaron sus años formativos.

“Esta investigación no es algo topográfico, porque no soy un escritor realista, como Mario Vargas Llosa, por ejemplo. Esta novela será algo así como un anti “Mundo para Julius”: la historia de una familia en decadencia a lo largo de tres generaciones. Por un lado me ha dado mucha curiosidad volver a ver sitios en los que fui muy feliz, como la casa que tenía mi abuelo en la avenida Salaverry y que luego la compró la logia masónica. Ya estoy haciendo las gestiones para poder entrar, porque los masones suelen tomar muchas precauciones, sobre todo con sus templos, como este. Con este libro quiero reencontrarme con la ciudad, aunque solo quiero ir a los sitios viejos, a Magdalena, San Miguel, los Barrios Altos, lugares donde vivieron parientes míos o solía ir a pasear. Solo quiero saber qué es lo que siento al visitarlos, me da curiosidad volver a ver la Lima que fue, la Lima de mi infancia y adolescencia, hasta que me fui a Europa a los 25 años”, asegura el escritor, quien pronto volverá a España para inaugurar los cursos de verano y dictar conferencias en la Universidad Complutense de Madrid.

 

PALABRAS FINALES

Aunque el motivo de la entrevista fue la reciente publicación de este imprescindible “La esposa del Rey de las Curvas”, resultaba inevitable preguntarle al escritor cuál es su posición actual sobre la andanada de acusaciones de plagio que recibió tiempo atrás: “Mi editor Germán Coronado me dijo que mi respuesta a todo eso tenía que ser literaria. Existe un proceso en curso y quiero que todo llegue a su final. Julio Ortega está organizando un homenaje en la feria del libro de Lima en julio y a fin de año la editorial Alfaguara publicará un volumen de textos y fotos sobre mi vida en el que escribirán muchos escritores del Perú y del exterior que han sentido lo mismo que yo: que cierta prensa manifestó un odio realmente irracional y muchas personas salieron a hablar mal de mí con una inquina tremenda. Han dicho que soy un alcohólico. Un borracho jamás podría tener una obra como la mía. Yo siempre he vivido muy contento y en paz, con razón dicen que no hay nada más aburrido que soportar una buena reputación. Pero todo esto me ha servido casi como un “test” para saber quiénes me quieren”.

 

TÍTULOLa esposa del Rey de las Curvas.
AUTOR; Alfredo Bryce Echenique

EDITORIAL: PEISA

 FERNANDO FUJIMOTO

© Empresa Editora El Comercio. Jr. Miró Quesada #300 Lima 1 – Perú

La Agonía del Libro



 













Queridos amigos:
 
Como ustedes saben, el libro es, al mismo tiempo, un vehículo de cultura y una mercancía.
 
Pero, ¿qué sucede cuando estas funciones chocan una contra la otra?
 
Sobre eso queremos hablar hoy, y de qué modo, la víctima es nuestro patrimonio literario.
 
En esta entrega, ustedes reciben:
  • Un comentario mío sobre lo que ocurre cuando el libro es sólo mercancía y va perdiendo su función cultural.
  • El recordatorio de los dos tomos de mi libro: "Historia ecológica de Iberoamérica".
  • La obra de arte que acompaña esta entrega muestra una especie en extinción:  es "Bibliófilos", del pintor costumbrista sevillanoJosé Jiménez Aranda (1837-1903).
Un gran abrazo a todos.
 
Antonio Elio Brailovsky
 
José Jiménez Aranda: "Bibliófilos"
 

 
La agonía del libro
 
Por Antonio Elio Brailovsky
 
Hace muchos años, un joven llamado Neftalí decidió escribir versos. El sopapo que le propinó su padre por dedicarse a ese oficio de maricones lo disuadió, no de la poesía, sino de publicarla con su nombre.
 
Así, Neftalí Reyes eligió el seudónimo con el que todos lo conocemos: se llamaría Pablo Neruda.
 
Hoy Neftalí encontraría otros problemas: nadie quiere publicar poesía. No se imprimirían los poemas de Neftalí y simplemente se perderían para siempre. Y si existe otro Neruda escribiendo en las sombras, tal vez no lleguemos a conocerlo nunca.
 
En un modelo editorial volcado al mercado, alguien decidió hace unos cuantos años que el mercado no absorbería poesía y este género literario dejó de editarse. De este modo, no sólo estamos impidiendo que se conozcan los nuevos poetas.
 
Neftalí Reyes eligió ser Pablño Neruda porque se inspiró leyendo los poemas del checo Jan Neruda, por quien sentía una gran admiración. ¿Encontraría hay Neftalí una versión castellana de los poemas de Jan Neruda? ¿Alguna mano piadosa los habrá colgado de esa abigarrada confusión que llamamos Internet?
 
Al dejar de publicar poesía estamos rompiendo una línea de continuidad iniciada mucho antes del nacimiento del idioma castellano, con las poesías amorosas del romano Ovidio, cuyo tono erótico no pudo soportar el emperador Augusto, y por eso lo desterró a un sitio infame.
 
Hace casi dos mil años que leemos a Ovidio, a quien no pudo destruir la represión de su mojigato emperador. Primero lo leímos en tablillas de cera, después en pergaminos y más tarde en letra impresa. Mientras tanto, los poetas nuevos quedan sujetos al efímero destino de un blog electrónico.
 
La continuidad de una cultura significa que unos artistas van inspirándose en los anteriores, por supuesto que si tienen oportunidad de conocerlos.
 
Acaba de terminar en Buenos Aires una de las Ferias del Libro abiertas al público más importantes del mundo, y todos los comentarios se refieren a sus aspectos comerciales. Nos preocupamos mucho menos de lo que ocurre con la promoción de la cultura.
 
Pero el mercado no siempre es el mejor regulador de todas las cosas. Por influjo del mercado, la poesía dejó de ser rentable. Poco después, el cuento siguió el mismo destino. Si hoy llegaran con su carpeta a una editorial, sin que nadie los conociera, ¿publicarían sus cuentos Horacio Quiroga y Jorge Luis Borges? ¿O se perderían sus obras para siempre?
 
Este año, en medio de la gran fiesta del libro, el mercado dio otra vuelta de tuerca. Me informan que varias editoriales están reduciendo la edición de novelas.
 
-Es un año de crisis y en época de crisis las novelas no venden poco -me dicen- Vamos a vender muchos libros de autoayuda.
 
De modo que empecé a preguntar qué destino tendrían algunas grandes obras de la literatura universal si sus autores fueran noveles en vez de famosos:
 
-¿Publicarías el "Ulises", de James Joyce, si el autor fuera desconocido? -pregunto.
-No -me contestan- es demasiado difícil de leer.
 
-¿Publicarías "En busca del tiempo perdido", deMarcel Proust?
-No, es demasiado largo. Me cuesta mucho vender un libro de más de 200 páginas.
 
-¿Publicarías "Cien años de soledad", de Gabriel García Márquez, si nadie conociera al autor?
-No, es demasiado complicado. Vendemos mejor los libros sencillos.
 
No sé si será cierto, y en el marco de este comentario tal vez tenga poca importancia. Lo que sí es cierto es que someter la cultura exclusivamente a las reglas del mercado está dañando severamente nuestro patrimonio literario.
 
En un contexto en el cual cada uno de los actores destaca las responsabilidades de los otros, el libro se transforma en un objeto descartable. El mercado (metáfora que habla de las acciones de muchos seres humanos concretos) está tratando a los libros como si fueran revistas, con una vida útil cada vez más reducida. Para realizar ganancias (o solamente para sobrevivir) hay que editar continuamente nuevos libros que desplacen a los anteriores. Para resguardarse de la crisis, hay que reducir la tirada y subir el precio.
 
En consecuencia, el público compra menos. La respuesta de los organizadores de la Feria no es promocionar la lectura sino reducir la presencia de un público que mira los libros como objetos de lujo.
 
Los libros que sobran a menudo se destruyen en vez de enviarlos a las mesas de saldos, para evitar que el libro barato compita con el libro caro que acaba de editarse.
 
¿Queda acaso el resquicio de las ediciones de autor?
 
No, de veras que no. Acabo de hablar con libreros, que me dicen:
 
-El espacio que tengo en las mesas no es infinito. Lo libros que llegan de las editoriales que trabajan con ediciones de autor se quedan en el depósito sin abrir los paquetes.
 
-¿Y si alguien los pide? -pregunto.
 
-Les tengo que decir que está agotado -me contestan-. Si bajo al depósito para abrir los paquetes, descuido el local y me roban los libros.
 
Podemos seguir indefinidamente con el anecdotario, pero lo importante ya está dicho: más allá de las mejores intenciones de cada uno de los actores sociales involucrados, la exclusividad del mercado está produciendo graves daños en nuestro patrimonio literario. Se edita una fracción ínfima de los libros que se escriben y el criterio de selección no tiene que ver con la calidad sino con las expectativas de venta. Estas variables no necesariamente coinciden, como se ve con las ventas de los libros de autoayuda.
 
Nos preocupamos por el patrimonio arquitectónico y salvamos de la demolición a aquellas obras emblemáticas que el mercado inmobiliario quiere transformar en centros comerciales o en torres de departamentos. También creamos parques nacionales y reservas naturales para proteger nuestro patrimonio natural, cuando el mercado quiere arrasar los bosques o transformar nuestra fauna en tapados de piel.
 
Pero aún no estamos haciendo nada por salvar el patrimonio literario que todos los días se redacta y que se va perdiendo por falta de políticas públicas de protección.
 
Existen editoriales estatales en Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Cuba. Uruguay firma convenios internacionales para promocionar en el exterior los libros de sus editoriales estatales. Las hay en los diferentes Estados de México y además está su enorme Fondo de Cultura Económica. En Venezuela hay varias, como  la muy importante Monte Ávila, el Perro y la Rana y la Colección Ayacucho. Estas editoriales tratan de publicar aquellas obras valiosas que no encuentran un lugar en el mercado. En un reciente debate en ese país, se planteó el desafío que significaba para el sector privado el competir con los precios bajos de las editoriales estatales. Es decir, que tenían que encontrar formas imaginativas de llegar al público con precios menores, en  vez de la fácil solución de aumentarlos indefinidamente.
 
Se trata de una alternativa. Sin duda que hay otras posibles, como contratos de edición por parte de organismos públicos o una red de librerías estatales, como la que tuvo hace tiempo la Editorial Universitaria de Buenos Aires. Lo que realmente importa es recordar que el libro no puede ser vehículo de cultura si no hay políticas públicas al respecto. 
 
Me llama la atención el que no estemos analizando propuestas sobre el tema. Y no me refiero solamente a los que ocupan cargos de gobierno. En estos días hay elecciones en la Argentina. Se presentan varios miles de candidatos para ocupar cargos electivos y todavía no conocemos la propuesta cultural de ninguno de ellos. Tanto el Gobierno como la oposición han olvidado que su función es discutir políticas públicas, no solamente candidaturas. ¿Los ciudadanos tendrán la energía necesaria para recordárselo?