Por: Ricardo González Vigil
Giancarlo Shibayama/ ARCHIVO
GUTIÉRREZ. En su nueva novela el escritor piurano bucea en las luces y sombras de la condición humana.
La mayor novedad de la Feria del Libro de Trujillo fue la flamante novela del gran escritor Miguel Gutiérrez (Piura, 1940). Ágil, envolvente, divertida, “Confesiones de Tamara Fiol” ilustra la maestría con que Gutiérrez, como pocos en la narrativa hispanoamericana, bucea en las luces y sombras de la condición humana, y pone al centro los abismos psicológicos de sus protagonistas, pero los conecta con su contexto social e histórico y logra que ambas dimensiones (la vida interior y el marco colectivo) eviten el maniqueísmo moral y el esquematismo meramente funcional (humanamente superficial) de los relatos de acciones.
Resulta deslumbrante constatar cómo las diversas novelas de Gutiérrez exploran formas discursivas. En el caso de “Confesiones de Tamara Fiol”, las posibilidades y los límites de la crónica y del reportaje, formas de la literatura de no ficción que propulsó la revista “Narración” que animó Gutiérrez en su juventud. El narrador Scott Batres comprenderá que el discurso de la novela supera las limitaciones de la crónica o del reportaje, en la meta de ventilar los abismos del ser humano; de joven había escogido ser cronista de guerra porque pensaba que “el género novelesco (salvo en su modalidad de “novela no ficticia”) había caducado de manera definitiva” (p. 380).
Sucede que, aunque “Confesiones de Tamara Fiol” aborda la historia política del Perú (no omite, además, varios conflictos en otras partes del mundo) desde el anarquismo de la época de González Prada hasta la vorágine terrorista de 1992, el tema central es otro: “Más que la guerra (la desatada por la subversión senderista), trata de la pasión amorosa de una luchadora y mujer de moral superior que sucumbe al poder erótico de un sujeto repulsivo como fue Raúl Arancibia” (p. 221).
Más aun, desnuda la rigidez ideológica de las novelas de propaganda comunista: “Resulta fatal para las ficciones, y agregaría que también para las crónicas y reportajes que aspirasen a la verdad y no a la sátira o la caricatura” (p. 226).
En cambio, nada es rígido en la novela de Gutiérrez, ni el lenguaje (lleno de humor y matices) ni la trama. Prima el deseo de gozar la vida de sus protagonistas, la complejidad con que expresan-disfrazan su verdad interior (Raúl defiende que sus mentiras lo retratan de verdad), la fuerza del resentimiento (gran tema de “La violencia del tiempo”), la mezcla del amor y del odio (en Tamara, Raíl, pero también en Morgan frente a sus padres y amadas).
Al final, queda abierto el enigma de quién mandó a matar a Raúl.
ARGUMENTO
Resulta deslumbrante constatar cómo las diversas novelas de Gutiérrez exploran formas discursivas. En el caso de “Confesiones de Tamara Fiol”, las posibilidades y los límites de la crónica y del reportaje, formas de la literatura de no ficción que propulsó la revista “Narración” que animó Gutiérrez en su juventud. El narrador Scott Batres comprenderá que el discurso de la novela supera las limitaciones de la crónica o del reportaje, en la meta de ventilar los abismos del ser humano; de joven había escogido ser cronista de guerra porque pensaba que “el género novelesco (salvo en su modalidad de “novela no ficticia”) había caducado de manera definitiva” (p. 380).
Sucede que, aunque “Confesiones de Tamara Fiol” aborda la historia política del Perú (no omite, además, varios conflictos en otras partes del mundo) desde el anarquismo de la época de González Prada hasta la vorágine terrorista de 1992, el tema central es otro: “Más que la guerra (la desatada por la subversión senderista), trata de la pasión amorosa de una luchadora y mujer de moral superior que sucumbe al poder erótico de un sujeto repulsivo como fue Raúl Arancibia” (p. 221).
Más aun, desnuda la rigidez ideológica de las novelas de propaganda comunista: “Resulta fatal para las ficciones, y agregaría que también para las crónicas y reportajes que aspirasen a la verdad y no a la sátira o la caricatura” (p. 226).
En cambio, nada es rígido en la novela de Gutiérrez, ni el lenguaje (lleno de humor y matices) ni la trama. Prima el deseo de gozar la vida de sus protagonistas, la complejidad con que expresan-disfrazan su verdad interior (Raúl defiende que sus mentiras lo retratan de verdad), la fuerza del resentimiento (gran tema de “La violencia del tiempo”), la mezcla del amor y del odio (en Tamara, Raíl, pero también en Morgan frente a sus padres y amadas).
Al final, queda abierto el enigma de quién mandó a matar a Raúl.
ARGUMENTO
Al realizar un reportaje sobre las mujeres de Sendero Luminoso, Morgan Scott Batres quedó insatisfecho porque solo obtuvo respuestas fijadas por el partido. Pero varios de sus amigos peruanos le mencionaron a Tamara Fiol, una mujer de izquierda, de gran personalidad, erótica e inteligente, envuelta en una pasión destructiva con el abominable Raúl Arancibia, asesinado ¿por senderistas, con la complicidad de Tamara? ¿Por figuras corruptas del gobierno? ¿Por narcos? Decide entrevistarla, y sus confesiones, entrelazadas a revelaciones de diversas personas, sacan a luz pasiones y resentimientos a los que no resulta ajeno Scott Batres.
TÍTULO: Confesiones de Tamara Fiol
AUTOR: Miguel Gutiérrez
EDITORIAL: Alfaguara
© Empresa Editora El Comercio. Jr. Miró Quesada #300 Lima 1 – Perú
No hay comentarios:
Publicar un comentario