martes, 26 de agosto de 2008

Gerson Paredes



Gerson Paredes presenta Ceremonia del retorno, donde el ande se presenta como lo anhelado y el poeta como supremo sacerdote de aquel mundo que despierta para bien de todos: “Hemos venido por caminos de arco iris/ Para conversar con nuestro padre milenario”, y, de este modo, hacer el mundo más habitable.



Conformado por tres partes: Velada de media noche, Gran día y Cura cabeza, este poemario declara la “guerra a los profanadores de nuestras panakas ancestrales”, aunque ello no impide tesoros tan bellos como El rostro del Sol, por ejemplo, donde “el jaguar lame sus doradas garras/ ha encontrado el camino”. Hay que decir que muchos de estos poemas tienen su traducción quechua y que algunos, escritos con prosa poética, narran la historia del pueblo Wanka, como los que aparecen en la segunda parte de este libro, que se ha inspirado en la cultura andina. Si bien es verdad que yo me considero el Champollion peruano por haber descifrado las matemáticas que aparecen en los huacos del valle de Cañete, también es cierto que Carlos Milla Villena se refiere a la matemática de la Cruz del Sur y el Gran Atractor 1. Sobre este conocimiento está basado el libro de Gerson Paredes, quien logra producir bellos poemas como “La huella del águila”, por ejemplo o “Danza del fuego en el día del jaguar”, donde dice que “Ella se entregaba a los brazos del viento/ embriagada por el canto de la noche” precisamente porque “Bellas sacerdotisas de Luna/ Alistan el altar de fecundidad”. O este otro poema: “Épica del Inkarri en los días de la luna y el desierto rojo”, tan bello como el titulado “Telar” o también “Elementos” o “Ensayo ante el pozo”, que configuran los textos de una cultura andina que todos llevamos dentro.


Enrique Verástegui.

Ceremonia del retorno. (Madrid, Lord Byron Ediciones, 2008)

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